En el contexto del Seminario Internacional Guerra Fría en América (1945-1973), celebrado en la Escuela de Ingeniería Comercial de la Universidad de Valparaíso, los días 6 y 7 de septiembre, investigadores extranjeros y chilenos presentaron, ante masivas audiencias de estudiantes y académicos, sus recientes avances de investigación.
Los trabajadores y sus organizaciones, la educación sindical, los partidos políticos de izquierda o las oposiciones de prominentes personalidades al interior de Estados Unidos a la intervención política sobre América Latina y el Caribe fueron las principales problemáticas discutidas en las sesiones del Seminario Internacional.
En el caso de los trabajadores del continente, se expuso la infiltración que recibió la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL) por parte del Departamento de Estado del gobierno de Harry S. Truman. Las evidencias de los documentos exhiben las estrategias de atomización que recibió la CTAL, donde personalidades como Bernardo Ibáñez (chileno) o Serafino Romualdi (italiano) hicieron propaganda en la prensa continental y acciones concretas para quebrar la unidad de los trabajadores de la CTAL.
Por otro lado, en Brasil, la dictadura en 1964 reprimió a las organizaciones de los trabajadores urbanos y rurales, a tal punto que fueron omitidos por muchos años en la enseñanza y la investigación histórica, cuestión favorecida por el contexto de la Guerra Fría.
En los años 1960, las escuelas sindicales de América Latina fueron “instrumentos” que las potencias europeas progresistas y Estados Unidos apoyaron para contrarrestar la influencia de la Revolución cubana en la región. La Alianza para el Progreso fue una tribuna favorable para ir modelando un tipo de sindicalismo independiente de los partidos políticos y con un marcado anticomunismo.
Sin embargo, la educación sindical fue potenciando organizaciones sindicales preparadas en forma técnica y económica para negociar en mejores términos sus demandas, cuestión que dio origen a nuevo sindicalismo que es necesario estudiar, dado los contextos de dictadura en los años 1960 y 1970 en América del Sur.
El Partido Socialista chileno de los años 1950 fue antisoviético y crítico del modelo imperialista de Estados Unidos y el Stalinismo.
La experiencia de Tito y Yugoslavia tuvo un alto impacto en varios socialistas que creyeron ver en esa experiencia nacionalista una oportunidad de conducir los cambios estructurales que necesitaba Chile y el continente.
Óscar Waiss fue el eximio exponente de esta corriente y el soporte intelectual, cuestión que abre nuevas interrogantes de la influencia de la Guerra Fría en los partidos de Izquierda.
Por último, la posición monolítica que pudo tener Estados Unidos, particularmente desde la presidencia de H. Truman, con respecto al anticomunismo y su intervención “imperialista” hacia América Latina tuvo contrapuntos. Henry A. Wallace, vicepresidente de Estados Unidos, durante el gobierno de Franklin D. Roosevelt, fue uno de los principales defensores de la democracia continental.
Sus alocuciones en el Congreso, viajes por América Latina, reuniones con intelectuales, líderes obreros, dirigentes de partidos de centroizquierda fue construyendo una comunidad que tuvo como propósito fortalecer lazos para oponerse a la política de intervención ideológica y económica sobre el continente iniciada luego de 1945.
En suma, las nuevas investigaciones sobre la Guerra Fría en América permiten comprender que la historia continental tuvo respuestas originales a un proceso histórico que en muchas ocasiones se relata exclusivamente bajo el control de las superpotencias, con posiciones prefiguradas.