El 5 de abril de 1994, Kurt Cobain decidió terminar con su vida. Una depresión detonada en su infancia con el divorcio de sus padres, una tormentosa relación amorosa y el alto precio de la fama obtenida con Nirvana fueron algunas de las razones que lo llevaron dispararse con una escopeta en el garaje de su casa en Seattle. El ícono del grunge, y una de las voces más importantes de los 90′, dejaba de existir los 27 años.
A 25 años de su muerte, el legado de Kurt Cobain sigue vigente en la música. Parte de esa generación se sigue identificando con su figura, y como líder de Nirvana –que formó junto al bajista Krist Novoselic y el baterista Dave Grohl (actual Foo Fighters)- le dio un nuevo aire al rock que se cristalizó con Nervemind (1991), uno de los álbumes más vendidos de la historia.
¿Cómo alcanzó la cima alguien como Kurt Cobain? Patricio Cuevas, periodista y académico de la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales, explica que “la música rejuvenece cada cierto tiempo”.
“A fines de los ochenta, cuando el rock estaba muy en retirada y el pop era bastante inofensivo, apareció un circuito de bandas más jóvenes que volvían a lo tradicional, a las guitarras y que construían personajes no solo sobre la base de su música. La industria se fijo en ellos, y Nirvana y Kurt Cobain fueron los emblemas de este movimiento”, dice.
Por su parte, Rodrigo Bravo, periodista especialista en música de la revista Rockaxis, destaca que Cobain “revolucionó la música con una veta mucho más depresiva, con un sonido sucio donde él tomó varias cosas amalgamándolas con su personalidad y gestando un estilo que fue seguido por muchos jóvenes”.
Pero más allá de que escribiera canciones que se convirtieron en himnos para muchos adolescentes de la época -el mejor ejemplo es “Smell Like Teen Spirit”-, en un cuarto de siglo la figura de Cobain también representa cosas que van más allá de la música.
Para Patricio Cuevas, el vocalista de Nirvana era más bien retraído y nunca se sintió cómodo con lo que provocaba en las multitudes. Finalmente, recalca, terminaría siendo víctima de su popularidad y exprimido hasta el máximo por la industria discográfica.
En ese sentido, dice que Cobain es el mejor ejemplo de una industria hegemónica que absorbe al artista. “La figura de Kurt era como la gallina de los huevos de oro. Su talento quedó un poco de lado cuando la máquina de explotación de popularidad se metió en su vida. Hay gente que aguanta, pero hay otros que son más frágiles, y a él le dio hábito de frustración, de tristeza y soledad. Estaba siendo la figura más importante de los 90′ cuando termina suicidándose”.
Asimismo, Rodrigo Bravo agrega que fue una figura seguida por muchos, pero con solo 27 años, más todos los problemas personales que acarreaba, “se le hizo muy complejo de un día al otro tener ese nivel de exposición, y en vez de preocuparse de la persona, se le siguió exprimiendo como el ícono de absolutamente todo”.
Una vez muerto, Kurt Cobain entró al “club de los 27“, el selecto grupo de estrellas que coincidentemente fallecieron a la misma edad compuesto por Jimi Hendrix, Jim Morrison, Janis Joplin, Amy Winehouse, Brian Jones y Robert Johnson.
Es probable, dice Bravo, que el legado de Cobain no sería tan grande sin su trágico final.
“No tendría el mismo impacto. El hecho de morir joven hace que la figura sea más llamativa, sobre todo si muere a los 27 y entra a ese club. Hay muchos que podrían haber muerto a esa edad y quizás serían tan íconos como Kurt, y otros que si no hubiesen muerto a esa edad quizás qué hubiese pasado después. No sabemos, y como queda esa duda nos quedamos con los primeros años de su carrera, que fueron esplendorosos y con una influencia que fue más allá de la música”.