En muchos casos, cuando un adolescente empieza a tener sus primeras experiencias amorosas, sus padres no saben cómo lidiar con las nuevas relaciones que viven sus hijos.
Para aquellos que están cerca de vivir este proceso en sus familias, Javiera Hernández, psicóloga y coordinadora de Formación Integral de la U. San Sebastián, entrega algunos consejos.
Primero, la experta señala que hay que ser consiente que en los jóvenes las emociones fluctúan constantemente y que suelen interferir en su comportamiento y en las decisiones que toman.
Al respecto, dice que comienzan sus experiencias amorosas generalmente por sensaciones que emergen de forma explosiva, ya sea por atracción física o por atracción cognitiva.
“Sean como sean el impulso y el anhelo de querer estar con esa persona escogida entre cientos, no hay quien pueda interferir para que el joven deje de experimentar la cantidad de reacciones que se manifiestan”, asevera.
En ese sentido, aconseja a los padres que no intervengan o coarten en las sensaciones de sus hijos. Todo lo contrario, tienen que ser el principal apoyo.
“Conocer a otro o enamorarse, no solo guarda relación con lo que se siente, sino que hay muchas otras variables que son parte del autoconocimiento de cada uno. Considerar la experiencia es válido en temas amorosos, pues nadie tiene la receta mágica para que una relación perdure“, recalca Hernández.
Hernández indica que los padres deberían, además de fomentar una buena autoestima, aconsejarlos en las situaciones complejas que pueden vivir en una relación de pareja.
“No es que deban anticiparse a los peores escenarios, sino más bien conversar del abanico de posibilidades para que así las caídas no sean desconocidas. A veces puede ser difícil situarse en este contexto y es preferible, pues hay que tener claro que también hay límites en la privacidad del otro aunque sea un hijo menor de edad”, dice.
Para finalizar, la experta considera que además de la protección de los padres en las relaciones amorosas de sus hijos, está la preocupación por las desilusiones a temprana edad. “Si bien, ninguna madre o padre quiere ver sufrir a su hijo, a veces las frustraciones tienen tremendas recompensas y aprendizajes. Por tanto, que los hijos hagan catarsis o sepan canalizar emociones son herramientas que ayudan en estos momentos. No se trata de evitar el sufrimiento, sino permitir aprender y reflexionar sobre él”.