Se llama Kuvi 8 y se promociona como una impresora 3D sostenible. Una buena parte de sus piezas fue reciclada de antiguos computadores, que de otra manera habrían ido a parar a la basura.
Fue creada en Arica por el Laboratorio de Innovación y Ciencias del Territorio de la Universidad de Tarapacá (LAB-ICT). Allí necesitaban una impresora 3D para hacer maquetas del plan maestro del Campus Velásquez que proyectan al 2030.
“En la planificación del Campus nos propusimos aplicar los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. De ahí que pensamos que si necesitábamos una impresora 3D, lo mejor era hacerla nosotros mismos, para poner en práctica los principios de producción y consumo responsable que Naciones Unidas propone”, dice Claudia Vicentelo, quien dirige el LAB-ICT.
En su construcción trabajó un equipo de tres personas: Stavros Kukulis, Nilsen Vásquez y la propia Claudia.
“Ninguno es ingeniero. Así es que comenzamos a observar cómo funcionan las impresoras de este tipo y aprender del proceso”, cuenta.
Como materia prima usaron computadores Pentium 4 que estaban en desuso en el mismo campus. Fue un proceso rápido. “Hacerlo no fue complicado, pero el gran desafío fue construirla compacta y completamente operativa. Además, había que programarla y hacer que siguiera instrucciones”.