Usar el tablet, tener el control remoto, ir al lado de la ventana y la mejor porción de comida, son sólo algunas de las muchas razones por las que pelean los hermanos. Pese a que las discusiones son más frecuentes entre los 6 y 12 años, para muchas personas se pueden extender hasta la adolescencia.
Si bien para los padres puede ser molesto escuchar a sus hijos discutir, los expertos aseguran que las peleas entre hermanos son completamente normales e incluso positivas. Por un lado, ayudan a los niños y niñas a desarrollar habilidades para resolver conflictos con otras personas en la adultez. Por otro lado, entregan a los padres la oportunidad de enseñar valores como la empatía, la tolerancia y la generosidad.
“Es natural que desde muy pequeños perciban que el tiempo de sus padres es escaso y que deben compartirlo, asícomo también los juguetes y otras cosas. Es en este contexto que las estrategias que hayan utilizado los padres para resolver ‘las peleas de niños’ irán construyendo las bases de las resoluciones de conflictos en etapas posteriores”, aseguró la psicóloga de la Universidad San Sebastián, Fernanda Orrego.
Cómo intervenir
Pero ¿cuál es la forma correcta en que deben actuar los padres frente a las peleas de hermanos? Es común que ante el estrés de escuchar peleas todo el día, los padres impongan ellos mismos una solución. Por ejemplo, escondiendo el juguete por el que estaban discutiendo, obligándolos a tomar turnos para usar el tablet o computador, dándole la razón al menor de los hermanos solo por ser el menor, etc.
Sin embargo, los psicólogos recomiendan que la mejor estrategia en términos educativos -aunque no siempre la más rápida- es guiar a los hijos para que ellos mismos lleguen a un acuerdo.
Esto se logra incentivando el diálogo mediante preguntas como por ejemplo: ¿Quién se sentó al lado de la ventana la última vez? ¿Quién ha usado el juguete más tiempo durante el día? ¿Pueden encontrar una película o serie en netflix que les guste a los dos?
La clave no es imponer la solución, sino que incentivarlos a que lleguen ellos mismos a un consenso. Un punto importante para lograr esto es mantenerse imparcial y no tomar partido por ninguno de los hijos.
La psicóloga explicó que es fundamental incentivar modelos de resolución de conflictos positivos.
“Dependiendo de la manera en que se resuelvan los conflictos y los modelos que los niños posean es que pueden potenciarse relaciones de rivalidad o favorecerse experiencias donde se potencie la fraternidad y la colaboración entre hermanos. De este modo, si bien toda relación implica que existirán conflictos, esto no implica que siempre sean peleas y sean hirientes”, añadió la experta.