De acuerdo a los astronómicos, en Chile, por la latitud en que se encuentra, el centro de la galaxia queda prácticamente sobre nuestras cabezas.
¿Qué significa? que la cantidad de aire entre un objeto que está en el espacio y el telescopio se reduce, y para Eduardo Unda, director de la Unidad Astronómica de la Universidad de Antofagasta, eso es muy importante para la visibilidad.
“La luz ha logrado viajar a una enorme distancia casi sin tener perturbaciones en el espacio, pero en este último tramo, en el planeta Tierra, la observación se echa a perder porque la atmósfera introduce muchas distorsiones”, dice.
Pero la calidad de la atmósfera que hay en el norte de Chile tiene buenas condiciones, y por eso, es uno de los mejores lugares para descubrir y conocer un poco más del universo.
Esta cualidad la conocía muy bien la organización internacional Sloan Digital Sky Survey (SDSS), quienes desde 1998 investigan el espacio con telescopios de avanzada tecnología y que desde el observatorio Apache Point, en el estado de Nueva México, identificaron gran parte del cielo visible, con un registro de cerca de 100 millones de objetos del universo y el sistema solar.
En el centro Apache Point se puede observar la Vía Láctea desde el hemisferio norte, pero faltaba explorar la parte del hemisferio sur.
El cielo que puedes ver desde el hemisferio norte ya está más o menos agotado. Se necesitaba observar lo más sustancial de la Vía Láctea, y para entender cómo funciona nuestra galaxia había que desplazarse hasta el hemisferio sur”, señala Unda.
Ese es el objetivo del SDSS con el proyecto Apogee-2 South, trabajo dedicado al estudio de la estructura química de las estrellas, donde la mayoría de las observaciones se realizarán en el Observatorio Las Campanas, ubicado en la Región de Atacama.
Un cielo despejado
El norte de Chile tiene cualidades necesarias para observar el espacio. “Los cielos no solamente son privilegiados por la cantidad de noches despejadas. Aquí el tema es que además la atmósfera es muy estable, porque la turbulencia suele ser muy baja y las condiciones no cambian mucho, entonces eso favorece la realización de este trabajo”, dice Unda.
Precisamente, Apogee-2 South realiza un tipo de sondeo con unas placas, donde se han dispuesto agujeros con conexión a las fibras ópticas que, gracias a la luz infrarroja, permite la observación espectroscópica de alrededor de 300 estrellas en un poco más de una hora, traspasando así las regiones oscurecidas de la Vía Láctea producto el polvo interestelar.
Para el uso de esta tecnología, la organización hizo una invitación para ser parte del proyecto.
De esta manera, siete establecimientos educacionales decidieron colaborar y astrónomos de las Universidad de Chile, Universidad Católica, Universidad Andrés Bello, Universidad Diego Portales, Universidad de Concepción, Universidad de Valparaíso y Universidad de Antofagasta formaron la organización Grupo de Participación Chilena para trabajar en conjunto.
La idea es aumentar la base de datos con los nuevos descubrimientos de espectros y objetos que siguen en el espacio y enviarlos directamente a Estados Unidos, donde una comunidad de más 400 científicos puede utilizar esta nueva información, para así determinar de qué está hecha la composición química de la Vía Láctea.